RESPUESTA
La no pregunta es una salvación en estos casos.
Sintiendo no habernos dicho nada,
más claro,
más firme,
acabado,
repujado en el insomne espacio.
Sería cambiar tus sentidos ,
tu belleza,
tu indecisión,
tu pasión,
de quién a quién sin pregunta;
sin dudar de la duda
pero dudando de la vida,
buscando nuestra ubicación
en el espacio y el tiempo,
como en el cosmos, pero a oscuras,
como encerrado en una moneda fría
apenas de cincuenta centavos.
Entonces te marcharías en silencio,
sin que todo haya acabado,
quedando el recuerdo solitario,
encerrado en tu cuerpo que es recuerdo,
vacilante,
trémula,
con un beso que no es beso,
con una certidumbre de espera.
Tus labios con ausencia,
angustia,
tormento,
esperando la llegada del cielo negro
para poder recordar con placer,
un quizás de felicidad.
Nada más que un recuerdo placentero,
y ,
única amante que no está a mi lado,
sin mi mismo,
yo solo con la verdad de las cosas,
alejado de la falsa realidad ,
esperando un también,
un éramos que no somos,
pacientes,
indiferentes,
porque la realidad hace indiferencia.
Frío,
muerto
por haber conquistado la verdad
enterrado en espacios negros
del cosmos perdido.
Víctor Hugo Arévalo Jordán
sábado, 14 de agosto de 2010
Serenidad
Serenidad...
calma y luz en el cerebro.
Las horas en que nacimos no tienen nombre.
No se sienten las agujas del reloj que balanceando
su silencio de tiempo se ven.
Víctor Hugo Arévalo Jordán
calma y luz en el cerebro.
Las horas en que nacimos no tienen nombre.
No se sienten las agujas del reloj que balanceando
su silencio de tiempo se ven.
Víctor Hugo Arévalo Jordán
martes, 10 de agosto de 2010
La Paz, Ciudad
LA PAZ, CIUDAD.
Y las calles de la ciudad
empinadas, hacia abajo,
hacia el centro.
Sobre un monstruo quieto,
de agua, de cal, de ceniza.
De recuerdos españoles,
sumergidos en el verano
con olor a sol, a tierra, a soledad.
Y el cerco de montañas, hijas del Illimani(1),
nieves eternas, luces claras.
Un cielo volcado
en el hondo misterio de la ciudad.
La noche que progresa,
las cosas que crecen, que se empinan...
Los cóndores, las cantinas, los faroles,
quietos, inmóviles con el collar blanco, de plumas,
de luz,
de algo que parece un sueño y es vida.
Recuerdo de la sangre de los Incas,
en los músculos de Pachamama, allí (2)
por los tiempos remotos, míticos.
La ciudad...
Las risas de las juventudes, de mi juventud,
del deseo
de las alturas,
a los cielos,
a las estrellas,
los por qué sin sombras de los árboles con sombras,
las noches en las ventanas cerradas,
los enamorados y el farol.
Ventana al décimo piso,
donde se juntan el vértigo con las estrellas
y el frío despertar de los montes
con el dulce sueño que vuela, del progreso...
las piedras y las nubes
callando su silencio están. La Paz.
La ciudad...
Y ésta ciudad, donde los vientos revuelcan
abriendo heridas en la historia,
dejando recuerdos
en las noches, en los grandes días.
en los días y la juventud,
en el otoño que reposa.
Y su espejo claro, la luna,
su Virgen Morena
que mira los fondos míticos, prehistóricos,
del indio que danza su silencio.
Las danzas...
Se arremolinan los rostros,
surgen de nuevo las notas de la quena,
de la triste quena que llora,
Juventud de linaje americano
quemando con gesto heroico,
sombra sin signos.
El frío y el deseo,
el viento y el acecho
la noche y la trampa
sin locura, sin suerte. Apacible,
los signos...
Y esta ciudad, fuera del tiempo,
con dedos de tormenta, uñas de cactus,
anillos de antawara, Tiempo
Noche
Fuego.
Carbones de recuerdos,
socavones de pasión
con el peso de alas condóricas,
júbilo y tristeza.
Rien las estrellas en las calles ,
en las noches de silencio, de luz enfarolada.
La Paz...
Y esta ciudad fuera del tiempo....
Víctor Hugo Arévalo Jordán
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(1) Illimani, Pico de los Andes, nevados a 6400 m.
de altura.
(2)Pachamama. Madre tierra. Diosa.
(3)Antawara. Fenómeno de las nubes de color al poniente.
Imagen: foto de eviajando
Imagen: foto de eviajando
domingo, 8 de agosto de 2010
EL AUGUSTO HOMBRE ESCUCHA.
EL AUGUSTO HOMBRE ESCUCHA.
El Augusto Hombre escucha
las palabras
del profeta de la Sabiduría ,
su cuerpo escucha,
su espíritu escucha el clamor
de las profecías encerradas,
sus ojos se estremecen,
ambula por el tiempo, pregunta:
Pregunto al brillante pájaro zumbador...
Oigo como responden las rocas...
escucho el murmullo de la fuente azul,
la de lucientes aguas verdes,
de fondo azul arriba,
de fondo negro abajo;
la que lleva los peces de oro
navegando en el vacío cósmico
al compás del canto
de aves canoras.
Ambulo por el espacio,
el dolor llena mi vaso
porque rebelde nací.
Memorizo recuerdo de príncipes
que se rompieron en la batalla
cual fichas de ajedrez,
vasos de barro.
Todo es barro cocido.
Todo es loza rompible;
ojos mutables que me ven...
Llegaré a adentrarme con los príncipes,
allá,
en la región donde todos van?.
Puedo saberlo acaso?.
Por mucho que me esfuerce
llegaré a conversar con ellos?
Sus paisajes son los míos,
sus contornos y los árboles y sus albas
tejidas en la retina y su mirada y
su respiración, sus amuletos, su asombro
son míos,
pero por mucho que me esfuerce,
llegaré a conversar con ellos?.
Víctor Hugo Arévalo Jordán
Obra: Los Augures
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