miércoles, 21 de abril de 2010

El mismo Dios.

Ella sabe que mis palabras nacieron para su memoria.

Ella es el lugar que eligió Dios

Para que descansen mis versos.

Ella me dijo que la poesía estaba dentro de mí.

Mi mirada yacerá eternamente

En la memoria de sus ojos.

Cada mañana mis ojos se abrirán hacia su tiempo.

Mi ausencia hará eco en sus pasos

Y sus pasos serán el eco de mi recuerdo.

Dios dejó a mi tiempo para latir en su piel,

Jamás morirá mi silencio en su alma.

Mi corazón quiere dormir mi muerte en su alma.

Dios la ha elegido para darme redención

En el tibio milagro de su existencia.

Es por esto que aquí me despido en paz,

Sabiendo que sólo Dios y el amor bastan

Para justificar mi paso por el mundo.

Todo lo que soy ella lo guarda en sus manos,

En el vasto universo de un milagro.

Yo seré la eterna luz

Donde nació el amor que Dios le envía.

Yo estoy en el altar de su memoria

Y allí me quedaré peregrinando

Para volver con su palabra y su rezo

Al calor del mismo Dios que compartimos.




Martin Copponi



ESCONDRIJOS DE LA VERDAD.

Escondrijos de la verdad,

Espinas del presente,

Perversidad del averno de la sabiduría,

Aroma de auras venenosas,

Melodías hipnóticas de las masas,

Manipulan sagazmente

La raza que cubre al mundo,

Azotan la palabra,

Ignoran la voluntad divina,

Ríen ante el perecimiento

De la identidad.

La cultura se abraza al azar,

El destino mira hacia atrás, llora,

Nos ve vencidos, nos ve ínfimos,

Y la tierra emana miradas

Y el pueblo suda silencio.

El moho que emboza nuestra moral,

El cáncer del materialismo masificado,

Las estrategias de la decadencia,

La virginidad de la conciencia

Y los escrúpulos,

El convencimiento impenetrable

De una apócrifa ideología,

Encarnan el papel

De un personaje cotidiano.

Cada segundo del presente

Aniquila al tiempo, al destino,

Y el tiempo pasa,

Ingenuo e inevitable,

Ignorado e ignorando.


Martin Copponi

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