miércoles, 18 de marzo de 2009

He bebido mi café amargo y sin azúcar

Con sabor a sueño perdido y

Luces del amanecer de mala gana.

Las sombras se dispersaron en la taza blanca,

El sol nació viejo nuevamente

Cuando he bebido mi café amargo y sin azúcar;

Con sabor a trasnochados ojos galopantes

Y dormidos desencantados de la vida.

Girando la polilla del pensamiento

Alrededor de la lámpara

Y la luz reclamando que se apague tanta miseria.

En mi habitación se puede ver mi soledad y sus horizontes encogidos

en una sola sombra.

Cafeína amarga sin recuerdos ni llantos, simple y sencilla­mente con

dolor y soledad.

He bebido mi café amargo con sabor a buenos días.

Sin pan...


Víctor Hugo Arévalo Jordán.

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