miércoles, 13 de septiembre de 2017

Las calles me abandonaron

Las calles asfaltadas me abandonaron
en el silencio de sus horizontes
cortados a filo, ángulo recto y sin cielo,
sin posibilidades de infinitos siquiera.

Ya en la tarde me abandonaron los faroles
dudones de cada esquina, donde
a diario se cita uno con la espera
que tiene máscara de ausencia.
Los asfaltos con largas líneas terminaron
las ventanas cerraron sus ojos
y sólo quedaron jazmines, madreselvas
y césped a la intemperie. Los ojos curiosos
se durmieron cuando mi paisaje,
(gomero, eucalipto y paraíso)
me abandonó en el silencio del Ángelus,
Hora que no es ni ayer ni mañana,
apenas campanas de la torre cristiana.
En esos instantes suspendidos de mutis
uno descubre sorprendido que aún se tiene alma
y que está lleno de rincones olvidados,
-Ah, los rincones esos-
aparentemente olvidados los secretos.
Descubrí que se tiene luz propia, sueños,
cimiento de golondrinas, abandonos,
silencios, paisajes inalterables, recuerdos,
encerrado todo, en esta pobre cárcel humana,
se tiene aire, tierra, agua, fuego y luz, amor…
y nada que luchar por la libertad,
mientras que las calles me abandonaron
en el silencio de sus horizontes.
Víctor Hugo Arévalo Jordán

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