martes, 21 de abril de 2009

Despertaron los ángeles malvas

DESPERTARON LOS ÁNGELES MALVAS

y sospeché que Dios estaba presente

cuando llovía en la tarde blanca.

Un ángel de mármol se adormecía,

las rodillas juntas y las manos juntas,

con el éxtasis en los labios

del cáliz y la oración de mis pobrezas.

Se separaron los ángeles malvas

de ojos llorosos y cielo implorante;

Dios contemplaba complacido

en la lejana noche

de los comulgados en Él.

No de quienes perdieron la sonrisa.

Nacieron rumores distantes

de ojos cerrados en carnes y huesos desnudos,

de ojos mustios y hundidos,

esperando que llueva el maná celeste.

Sospeché que a Dios le gustaron las flores

de la procesión enlutada,

las notas agudas de la banda musical,

el paso entrenado de los cadetes,

el llanto aburrido de las beatas,

la falsa santidad de los honorables.

Despertaron los ángeles de malvas

y la tarde quedó hecha un cuerpo triste

de largos costados heridos

y colgantes cabellos de agua cristalina,

la tarde agonizó con dolor y luto

dejando las aspas de la Cruz.

Crecieron ante mis ojos

notas aburridas de aves ausentes

que dieron a mi barro fornicado

la cicuta y el coágulo empedernido.

Sospecho que Dios estaba presente

cuando despertaron los ángeles malvas

en la tarde de lluvia prendida en su manto

como nubes de sueño vacío

cubriendo su silencio y mi tumba.

La Santa Soledad sin descanso

sospechaba si se lograra ver

resoplando el canto divino

las penumbras que rodearon mi locura.

Se pararon los ángeles malvas

cuando Dios quedó suspenso en la luz

disimulando su sonrisa galante,

en nuestras lágrimas abandonadas.



Víctor Hugo Arévalo Jordán

Poema extraído del encuentro de poetas “De palabras Arcanas y Secretas”
Santa Fe- 18/4/09 Centro Cultural Municipal

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