martes, 21 de abril de 2009

El Pescador

EL PESCADOR

Lejos de su rancho, el pescador prepara
Enseres de la pesca,
Vuelve a insistir, paciente,
La captura es escasa y mucha la pobreza
La línea se le enreda en un pequeño arbusto,
Un paso equivocado para desengancharla
Y el dolor en la pierna que causa la ponzoña:
La yarará serpea metiéndose en los juncos
Él no tiene el cuchillo que perdió en el trayecto
de la dura faena; ¡ y le hace tanta falta!
En medio de la isla, que crece inmensurable,
A su mente afiebrada, no es posible el auxilio
Por el ocaso gris, llega la noche oscura,
Con furia de tormenta teñida de amenazas.
Desde la lejanía, cada vez más cercanos,
Se oyen rodar los truenos en ruedas del ruido.
El viento se desata con incesante azote
En la nocturna espalda como un gigante esclavo
Que soporta el castigo.
Se entrecruzan relámpagos de una letal blancura
Duplicando su cólera en espejos del agua
Que baja incontenible en el tobogán del río.
El centellar continuo destella en el follaje
Y la cerrada fronda que bordea la orilla;
En fantasmal visión, oculta los misterios
De la densa espesura
Los recintos de sombra con llaves del silencio
Mantienen la reserva de lo que no se muestra
Y el secreto insondable de todo lo que vibra
Es marcha hacia lo incierto.
Siguiendo el rumbo que la fiebre le marca
El hombre ahora transita por el desfiladero de una noche
Callada, con astros apagados donde ya no hay tormenta
Y esa paz lo estimula a surcar el camino
Que va sedando el alma y distendiendo el cuerpo.
Pero incide otra ruta: el vendaval arrecia:
los mojados instantes le golpean las sienes
con incesante empeño.
Las horas, ardiendo , penosas se deslizan,
Pausadas se rezagan, despacionas, muy lentas
Van sin prisa, con calma, desatando los lazos,
En un manso abandono, poco a poco se apartan
Del manantial del tiempo.
Él por momentos sueña con una noche límpida
De estrellas que refulgen y una promesa: el alba.
El rancho y la mujer vislumbra muy lejanos, en el mustio horizonte,
Cada vez más borrosos y siempre más distantes.

Veloz, a la deriva, el bote se desplaza portado por las aguas:
Lleva una sombra dentro y los remos caídos.
Va hacia un mar sin orillas, donde no existe puerto.

Francisco Millan

Extraído del encuentro de poetas “De palabras Arcanas y Secretas”
Santa Fe- 18/4/09 Centro Cultural Municipal

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